lunes, 5 de octubre de 2015

Así se pasa la vida

El acurrucarse por las mañanas, cuando el frío esta afuera y sólo te quieres mantener en la pequeña cueva de las cobijas, tener el olor de café en la nariz, la tierra mojada, y el pasto recién rociado, acariciar al gato el tacto suave del pelo, el roce de la falda en las piernas recién depiladas, el agua fría pasando por la garganta cuando se tiene mucha sed, abrazar los rollos de tela, meter las manos a los sacos de frijoles, estar en carretera y tratar de tomar fotografías mentales, los atardeceres con humo de cigarro, descubrir un nuevo detalle del mundo, tararear una canción desconocida, la sensación de alivio después de reírse, el dormir profundamente después de volar, dejar el agua correr entre los dedos, las primeras cucharadas de los helados, el aire fresco que pasa por los pulmones, el identificarte con un desconocido, ver la pasión de la personas, dejar que los sonidos de la música hagan eco en la cabeza, comer lo que tanto se te ha antojado, la risa contagiosa, la lectura que da alas a la imaginación, el ir al baño después de aguantarse las ganas por mucho tiempo, sentir la lengua de otra persona dentro de tu boca, descansar los pies cuando se ha caminado mucho, observar las noches estrelledas y las inmensas lunas, darse largos baños, y despertar el gusto por las pequeñas cosas.

martes, 22 de septiembre de 2015

Jazzsexual

Sólo había murmurado "con unos amigos", cuando me preguntaron a dónde iba, sólo es que no quería dar explicaciones, ni quería contestar preguntas. En todo el día me había preparado para ese encuentro, guarde unos condones en la bolsa y salí. 
Estaba predispuesta, a que sí me sentía atraída por él, y a la señal de su provocación, iba a ser una tarde que disfrutaría, un momento para salir de la rutina, y olvidarme de las obligaciones, ese era mi cometido, sólo por el placer de seguir viva. 
Me senté en una banca, esperando, había llegado temprano, y me puse a leer, sin embargo no podía estar tranquila pensando que él llegaría y que yo no estaba poniendo atención, llegó la hora acordada, pasaron unos minutos y la intranquilidad creció, recordaba que era puntual, pero no sé, quizá aún se confunde en la ciudad. Pero si quedamos que en el jardín grande! y si quizá pensó que era otro... mejor me relajo y me fumo un cigarro, si al terminarlo el no ha llegado, me voy!. 
Se consumió el cigarro, y me levanté a dar una vuelta al jardín, vi de lejos a alguien que se le parecía de espaldas, atravesé la avenida y fui directo, pero antes de llegar vi que no era él. 
En ese momento recordé que a unos pasos de ahí, habría un evento de Jazz, me acerqué y escuche unas tonadas, entré, y la gente ya estaba acomodada. Y así la primer canción que sonaba, me puso una sonrisa, melodías tan sensuales, que desfilaban miles de imágenes sexuales en mi mente, volví a sonreír, y a llenarme de energía. El siguiente sonido era más profundo que cualquier penetración, sólo podía sentirlo en las entrañas. Cualquier provocación del saxofón y de la guitarra, era placer para los oídos, para el cerebro, para el alma. Hubo una melodía que me hizo llorar de felicidad, esto era más personal que cualquier sexo que hubiera podido tener hoy. Terminé con una fiesta en la panza, con una sonrisa, y con unos condones de regreso.
Al final había logrado más que mi cometido.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Hace dos años, trabajé en los ochentas

Es difícil averiguar que trabajo se hace en una oficina del gobierno municipal, trato de entender a que se dedican. Se puede ver en los monitores que el juego favorito de los señores es el solitario, deberían de hacer un club y mandarse invitaciones de juegos entre ellos. Las señoras debidamente uniformadas sólo pasan a saludar a sus compañeras a otros cubículos, a veces sólo se escuchan los tacones, a veces se escucha la voz de Yuri cantando: ¿que te pasa? que estas haciendo en casa... me imagino a todos bailando en una gran fila y dando vuelta por los cubículos, volteo y sólo está dando vuelta los ventiladores, haciendo volar el polvo de los 80´s igual que el de los éxitos que ahí se escuchan. Por fuera de la cafetería se oyen las risas, las bromas, mientras venden el menudo para el desayuno, ¿en una oficina? ¡es difícil de creer! será para los crudos? o será que mañana venderán birria? quizá les gustan los platillos mexicanamente populares. Otros revisan la pagina de quadratín, no se si para después tener tema de conversación, hoy pregunté de que eran las oficinas y me dijeron que eran de planeación, ¿que planean? quizá como matar el tiempo o los malditos ochentas, a puesto que a las señoras con peinado telenovelesco les costará trabajo. Encuentro una mosca muerta de alas verdes en el escritorio que me dieron, el área esta llena de computadoras inservibles, seguro eran los cubículos de los tiliches, busco entre mis cajones y sólo hay viejas copias de credenciales de lector, quizá fueron las que se traspapelaron, y encuentro una que es de los ochentas! de esas que ya no existen, ahora soy un poco cautelosa no quiero que la copia me infecte, de las tres décadas anteriores, como a la mosca, como a las señoras, como a Yuri!, espera... sólo es un par de meses.

martes, 8 de septiembre de 2015

¿Estar hablando de algo que no tiene nada que ver, o todo tiene que ver?

Me había quedado de ver con ella, una amiga, que se hizo mi amiga más por fuerza, que por ganas. Y es que mi naturaleza perra -como ahora la llamaré- es perra porque es desesperada con algunas personas, y eso me puede hacer explotar. Así ella tiene algunas características que me desesperan, como el contestar algo, que no tiene absolutamente nada que ver con lo que se habla. Suena injusto de mi parte pero es mi naturaleza perra, y con eso no puedo hacer nada, más que controlarlo, y que mejor con no verla seguido. Ese es mi lado extremo, un lado impulsivo, que mi lado racional contiene. 
Llegamos a la casa a donde nos dirigíamos, el aspecto exterior era desolado, pero entrando estaba la sala tan acogedora!, puedo decir eso pocas veces, porque comúnmente las casas extrañas, me hacen sentir incómoda. Era la casa de una pareja de amigos.
Él sacó como de costumbre la mota, era un fumador muy asiduo de marihuana, me ofreció un poco y como siempre acepté. -No recuerdo alguna vez haber dicho que no, cuando me la ofrecen en un primer momento, es más fácil rechazarla cuando siento que he fumado lo suficiente-. 
Y entonces la comodidad se hizo mayor, yo estaba más cercana a mí, en  medio de cojines suaves y delicados, y los demás en un espacio más lejano. Sí, la mayoría de las ocasiones de distorsiona mi sentido del espacio. Aunque yo suponía que estaba siguiendo la plática, no estaba segura si era verdad o es que la mota me hacía creer eso, y en realidad estaba contestando cosas que no tenían absolutamente nada que ver con lo que se estaba hablando. 
Trataba de ponerme en el lugar de mis dos amigas que no fumaban, y como ellas me percibían o como alguien diciendo algo coherente con el tema a tratar, o sólo una pacheca que estaba en su sala. 
Mi amigo, que no dejaba de fumar, me percibía como la persona que por estar en un estado parecido a él, podría entenderlo, sacó libros en francés y comenzó a leer poemas, podía entender algunas palabras, pero la mayoría no, y estaba haciendo que mi cerebro se esforzará en recordar mis clases de francés, a lo cual de manera rápida me cansó. Él también estaba hablando de un tema, que no se estaba tratando en ese momento, pero que su subconsciente que es el que se supone, que sale cuando se está en estado de pacheques, tenía la necesidad de hacerlo. 
Me preguntaba si conocía uno u otro autor, que por supuesto por mi cultura mínima de literatura, no los conocía, hasta que dejé de contestar, Él se dio por vencido, que no quería hablar del tema.  
Creo que por momentos tenía aciertos, sobre atinarle al tema que se estaba hablando, lo sé por que se reían, con algunos comentarios, ¿o es que se reían de que no podía hilar ideas?.
Poco después pude entender, que mi problema es que me habían enseñado, que si contestas algo que no tiene que ver con el tema a tratar, es porque eso significa que entonces no estas razonando bien, y para pronto eres un idiota. Pero los idiotas son felices, pero quizá esos idiotas solo tienen la necesidad de expresar otra cosa, de la cual no se está hablando, es otra manera de razonar.
Que daño me ha hecho la sociedad!, no sé si algún día mi naturaleza perra, deje de desesperarse con eso, pero quizá cuando lo haga, deje de pensar si yo estoy hablando coherentemente, en medio de cualquier pacheques. 


sábado, 5 de septiembre de 2015

Mi-tades

Mi vida es la mitad en todo, ya está descrito, destinado, y firmado.
-No soy chaparra, no soy alta
-No soy flaca, no soy gorda
-No soy blanca, no soy negra
-Tengo un IQ por encima del promedio, pero no tengo el de un genio
-Mi astigmatismo no es el mínimo, pero tampoco es notable
-No soy atea, pero no soy religiosa
-No soy de derecha, pero tampoco completamente de izquierda
-No tengo una excelente ortografía, pero tampoco es pésima
-No soy totalmente racional, no soy totalmente emocional
-No soy una libertina, pero no soy una moralista
-No soy ni muy muy, ni tan tan

Mi identidad no puede estar en ningún extremo, no tomo ninguna ideología, postura, creencia o actitud extremista. Ya estaba destinada que debía estar a la mitad de la vida, a la mitad de diversos conceptos humanos. Vivo en el limbo de las cosas, porque tengo la seguridad que cualquier extremo puede cegar.
Soy una mitad completa, no soy una mitad, más que otra.
A la descripción que se da de vivir a mitades, se cree que no es vivir, pero es vivir dos veces. Es vivir con doble propósito, y con dobles sensaciones.
No sé en que mitad estaré, no sé en que mitad estoy, a veces percibo algún extremo, pero no me acerco, los cuestionamientos no me abandonan. El temor que tiene la supervivencia, me salva de la ceguera que pueden producir los extremos.
Tal vez simplemente es que no quiero la seguridad y el confort que da una postura u otra. Porque si no tendría que dejar de buscar, ¿donde quedaría la emoción de desafiar, lo que se piensa, lo que se quiere?, si ya todo estaría definido. Vida lineal, vida sin opciones. 

lunes, 3 de agosto de 2015

Otra de muerte

El día que nos avisaron que había muerto, hubo un silencio incómodo, pero no del tipo de silencio de no saber que decir, sino del silencio que es el resultado de no querer estar ahí, de la nada, del fin de nuevo.
Desde su estadía en el hospital, habían comentado la vida no querida que tenía, el maltrato, la soledad, y la manera en que había sido ignorada por sus seres más allegados. Al día siguiente de ser avisados de su muerte llegué a su velorio, solitario e impersonal, mi asistencia también lo era, en realidad sólo estaba formando parte de un protocolo, y otra parte de mi quizá era curiosidad de conocer otra cosa de la muerte, de ver a través del auto otros paisajes de partes de la ciudad que no conocía, y de no seguir encerrada en la misma casa.
Si me hubieran preguntado era mi mejor plan para ese día.
Así como los sillones cafés de piel o imitación de piel, de los años setenta, estaban en medio circulo al féretro, los niños salían y entraban corriendo, así como había gente haciendo bromas, así como eramos menos de cinco, así como las flores de deshojaban, así era la despedida de una persona que había tenido vida. Así yo comencé a ignorar que estaba ahí, y quería dormir, y quería cenar, y quería husmear en otras salas velatorias, cambiar de muerta y cambiar de dolidos.
Sabía que había sido simpática, que había tenido sentido del humor, recuerdo haber hablado con ella, pero aún así quería cambiarla, y no porque me importara mucho su muerte, sino porque quizá esa constante que tuvo en su vida, se estaba saliendo de su cuerpo, como un antiguo karma, que incluso hasta ese día las personas preferían ignorarla.
Si hubiera salido del hospital, hubiera sido parte del material de un escritor de novelas oscuras, así como la gente platicaba que era su vida, sabía que moriría sola, quizá arrastrándose por la sala, esforzándose por alcanzar su medicina, ahí tirada hasta que alguien hubiera llegado a dejarle de comer, o llegaran por la noche de trabajar y encontraran el cuerpo frío. Después de todo era más cálido morir en el hospital.
Aunque no sé si fue ignorada por las enfermeras.




lunes, 13 de julio de 2015

Dicen que como vives mueres

Esa noche había estado recordando, su imagen, su sonrisa, su voz dulce, y su amabilidad. Estaba recostada en la oscuridad, tratando de dormir, pero el saber que su cuerpo estaba en la planta baja y que del otro lado de la pared en donde me encontraba estaba su habitación, la cual siempre me había parecido cómoda y el punto más cálido de una casa fría. Su habitación, lo último que ella había visto antes de morir. Por momentos me daba un poco de miedo, como una niña que ve una película de terror, nunca había temido ver a la muerte, pero esta vez era diferente. Desde que llegué y vi el ataúd enfrente de mi, escuche las oraciones, y vi la punta de su nariz que se asomaba por el vidrio del féretro, sólo ahí enfrente de mi, supe que era real su muerte. Ahí encerrada en una caja, rodeada de velas y flores, recordé sus manos tibias, sus abrazos, y ese rostro que conocía desde la niñez.
La principal de sus características era su tranquilidad, así vivió, así murió. Tenía esa tranquilidad que la hacía una persona difícil de descifrar, tal vez eso me parece porque nunca la conocía a fondo, convivía con ella unas temporadas al año, pero era la misma, de la que sabía todo a través de las historias y los relatos de mi madre. Eso hacía más difícil creer que ese cuerpo cálido, ahora parecía una estatua, una mascara de ella, y de su tranquilidad. 
Esa noche tuve la necesidad de pedirle mentalmente que no tuviera miedo, que se fuera en paz, que trascendiera con tranquilidad, sin preocupaciones, que se dejara ir, se lo pedí a su alma, se lo pedí a su conciencia que ya estaba transformada. Y de alguna manera, no sé si recibí contestación al día siguiente cuando sus cenizas llegaron, mi celular decidió prenderse sólo, y tocar a José José, su cantante favorito, justo en una canción de alabanza a la vida, y de despedida al pasado, así de irónico sonó en mi mente, tratando de entender lo que había pasado.
Hoy rumbo al trabajo vi el cielo y las nubes más hermosas, esto es la vida. 


miércoles, 20 de mayo de 2015

Yo no voto yo los boto

Nunca he sido culta de literatura, ni de versos, nunca he sido una asidua lectora, sólo vivo de mis entrañas y emociones cursis. Recuerdo muy bien la fachada de la casa que dejaba ver el tabique, como no queriendo ocultarlo, siendo tan sincera, tan real, y recuerdo la frase escrita "yo no voto yo los boto" cuando de adolescente pasaba por ahí me parecía entonces la frase más revolucionaria que había leído en público, y cuando casi era una niña y leía la otra frase: "se hacen y se remiendan versos", tenía la sensación de estar leyendo un verso importante, algo que podía tener escondido miles de significados. Años después leí que también en aquella fachada se realizaban trabajos de corrección de textos, era un taller de escritura, más de una vez pensé en tocar, pero esas pequeñas líneas escritas, me remitían a una sabiduría que posiblemente no iba a poder entender, porque no era poetisa, porque no era lectora, porque no era literata. Hace un par de años, escuché sobre los infrarrealistas, como todos los que no sabemos nada, y llegamos a leer los "detectives salvajes", los infrarrealistas no era más que su nombre la realidad descuartizada, y como reales así parece que vivieron. A la lectura del libro, el organizador que es la mayor autoridad lectora que he conocido, nos habló que dos personajes del libro que son hermanos, vivían en Morelia, uno de ellos ya había muerto, pero el otro que vivía en la casa de "yo no voto yo los boto", debíamos invitarlo a charlar, a beber, a fumar, de alguna manera esa idea me ponía un poco nerviosa, porque no sé como hablar, que preguntarle, yo que no era literata, ni culta, ni nada, era quizá temor de ser tan tradicional con lo más contestatario de la poesía. El encuentro nunca se dio, pero nunca olvidé que esa casa que entonces ya parecía abandonada vivía de esos que son poetas, que tienen sabiduría, de esos que también mueren abandonados y pobres. Así supe de su muerte hace poco tiempo, así leí todos los amigos que lo querían, así se veía en sus fotos desfachatadamente alegre, de esos que le patea el culo a la vida y a las normas, esos son los maestros, los sabios. Hace unos días pasé por la casa que siempre tenía la ventana que daba hacía la calle cerrada, por fin estaba abierta! por fin se veía movimiento, quizá estaban recogiendo las cosas de la casa de "yo no voto yo los boto", nunca hablé con él, nunca antes lo había visto en fotografías, nunca he pertenecido a un circulo culto, ni a un circulo contestatario, sólo sé que esa fachada me llenó de melancolía, de saber que ya no estará, que ese muro que dejaba a ver los ladrillos, será vestido, será tapado, para fingir algo que no es. Y pues sí murió Ramón Méndez Estrada. 

domingo, 22 de febrero de 2015

Resistiendo la adaptación

Hay cosas que no cambian, y a estas alturas las cosas no cambiarán, la resistencia a la adaptación es más fuerte, el espíritu, la esencia de la marginalidad y la adicción de llevar la contraria como manifestación contra la mente tradicional, contra lo aprendido, contra lo esperado, contra lo universalmente jodido.
Y así la revolución diaria sin lambisconería, sin pretender la aceptación. Algunos murmuraban en los pasillos mi posible locura, mientras los inadaptados me hacían su reina, porque tenía el poder de mandar a los abusivos y a los populares, ese poder de hacerles ver sus errores, y callarlos, ahora para mis ojos no son más que jóvenes desesperados de atención, victimas de un sistema que tiene a sus padres como esclavos y que los hizo egoístas con su tiempo. Son los mismos que crecerán y serán como mis compañeros desesperados por la aceptación, otros profesores repitiendo los mismos patrones, jugando a querer ser el estándar de la adaptación. A veces quisiera que mi mejor clase fuera: ¡manden todo al diablo y sean como quieran ser, aquí no hay equivocaciones, sólo cambios de camino!.
Pero justo cuando pienso en la lógica adolescente, y lo que la sociedad les ha enseñado sé que como respuesta tendré unas bancas quemadas, creación de un nuevo cartel, o buscadores de una nueva ruta para irse de inmigrantes. Sólo entonces entro de nuevo a un salón, respiro con paciencia y espero que de toda la saliva gastada, sepan que hay un mundo más grande que el que pueden ver sus ojos.

domingo, 18 de enero de 2015

Despidiendo a una amiga, despidiendo la adolescencia

Cuando te despides de alguien, que ha estado mucho tiempo en tu vida, y que no sabes si en algún momento se volverán a ver, no por falta de ganas, no por conflictos, sino porque las promesas no siempre se cumplen, porque somos victimas del tiempo y del transcurso natural de la vida. La despedida, fue como los clichés de películas americanas, todos reunidos en el jardín, nos habíamos conocido desde que comenzamos la adolescencia, todos con sus hijos como símbolo del futuro y de la continuidad, con la adultez encima, se abrazaban, lloraban, recordaban toda una vida de convivencia, mientras la cámara se alejaba y se podía escuchar alguna canción nostálgica pero esperanzadora, mientras salían los créditos, y sabías que era el fin de eso de lo que habías sido parte y cómplice. En la carretera, en medio de la nada, o del todo que forma la naturaleza, se escuchaban viejas canciones, aunque la mayor parte fue silencio, en algunos momentos recordábamos nuestras aventuras, nuestros males, nuestra felicidad de compartirnos, reímos como siempre. No sé si fue la despedida más digna a tantos años de amistad, no dije lo que pensaba, ni la nostalgia que sentía, sé que quizá hubiera podido ser tema de burlas o sólo hubiera sido ignorada, nunca habíamos sido el tipo de amigas cursis, creo que eso siempre fue un punto de unión, no eramos empalagosas, eramos como las hermanas que se burlan, que se golpean, pero que siempre están presentes. Para los hombres la amistad con otros de su genero, toma tintes de complicidad, para las mujeres es más difícil encontrar amistad real en otras de su genero, porque tienden a tener una pelea oculta, a competir, a envidiar y porque pueden descubrir las verdaderas intenciones de la otra, o negar toda realidad en donde no se hablan con verdades. Cada una de las tres eramos en cierta medida parias del mundo de las mujeres, eramos relajadas y locas por naturaleza, fuertemente unas anti-princesas, hablando de los clichés no sólo del cine, sino de la vida. El último día de convivir en el mismo lugar, aunque no del mismo mundo, una voz en off, contaba lo que habíamos hecho en el futuro, lo que había pasado con nuestros destinos, sólo para que el espectador supiera que se había acabado una etapa en la vida de las protagonistas, que sólo estaban intentando encontrar su destino el camino inevitable del crecer,  que veía el fin de un ciclo,  y que aunque fue testigo del pasado, ahora a el le correspondía imaginar el futuro. 

jueves, 1 de enero de 2015

Yo, la celosa

De alguna manera mis celos, mi orgullo y mi gran ego, me habían hecho verla como insignificante. Desde que la vi por primera vez me había parecido vulgar en su forma de vestir, con cara corriente y demasiado simple. Trataba de ignorarla, me daba pena que en su ausencia, él me siguiera buscando, siempre él tenia ese libido que hacia olvidarme que no eramos compatibles en ningún otro plano. Me olvidaba de ella cuando estaba con él, porqué se había convertido en una competencia personal y anonima frente a esa vulgar, aunque ella no lo supiera, aunque fuera una vez al año. Para eso me aseguraba que el se diera cuenta que yo le seguía gustando, y provocando aún después de años, así como él siempre me demostraba su disposición, era uno de los mejores amantes que había conocido en mi corta vida sexual. Ayer cuando escuchaba a ella hablar por más de cinco minutos me di cuenta que era una buena persona, que si yo la hubiera conocido en otras circunstancias sería quizá mi amiga, o una buena compañera de trabajo. Me seguía dando pena pero al pensar que la ánimaba a seguir con él, llevaban muchos años juntos, ella quería casarse pero él por miedo no quería compromisos, incluso le tenía prohibido embarazarse, él era un total machista! y un miedoso porque ya tenía un divorsio y un hijo que no veía, por eso en otras circunstancias jamás hubiera ni siquiera volteado a ver Ella es madre soltera, con sueños, con amor hacia él ya que se desvivía por atenderlo, ¿era sólo por sexo? yo sabía que él era bueno en eso, pero ya eran demasiados años, para que sólo estuviera "enculada" con él, ella pensaba en el futuro pero no tenía ninguno con él. Me dio pena pero esta vez no desde mis celos, sino como género, como humano, como la amiga que nunca seríamos, y nos sentaríamos a platicar y le diría: ¡wey no te hagas pendeja, salvate ahora que puedes", ya no le des más años.