miércoles, 20 de mayo de 2015

Yo no voto yo los boto

Nunca he sido culta de literatura, ni de versos, nunca he sido una asidua lectora, sólo vivo de mis entrañas y emociones cursis. Recuerdo muy bien la fachada de la casa que dejaba ver el tabique, como no queriendo ocultarlo, siendo tan sincera, tan real, y recuerdo la frase escrita "yo no voto yo los boto" cuando de adolescente pasaba por ahí me parecía entonces la frase más revolucionaria que había leído en público, y cuando casi era una niña y leía la otra frase: "se hacen y se remiendan versos", tenía la sensación de estar leyendo un verso importante, algo que podía tener escondido miles de significados. Años después leí que también en aquella fachada se realizaban trabajos de corrección de textos, era un taller de escritura, más de una vez pensé en tocar, pero esas pequeñas líneas escritas, me remitían a una sabiduría que posiblemente no iba a poder entender, porque no era poetisa, porque no era lectora, porque no era literata. Hace un par de años, escuché sobre los infrarrealistas, como todos los que no sabemos nada, y llegamos a leer los "detectives salvajes", los infrarrealistas no era más que su nombre la realidad descuartizada, y como reales así parece que vivieron. A la lectura del libro, el organizador que es la mayor autoridad lectora que he conocido, nos habló que dos personajes del libro que son hermanos, vivían en Morelia, uno de ellos ya había muerto, pero el otro que vivía en la casa de "yo no voto yo los boto", debíamos invitarlo a charlar, a beber, a fumar, de alguna manera esa idea me ponía un poco nerviosa, porque no sé como hablar, que preguntarle, yo que no era literata, ni culta, ni nada, era quizá temor de ser tan tradicional con lo más contestatario de la poesía. El encuentro nunca se dio, pero nunca olvidé que esa casa que entonces ya parecía abandonada vivía de esos que son poetas, que tienen sabiduría, de esos que también mueren abandonados y pobres. Así supe de su muerte hace poco tiempo, así leí todos los amigos que lo querían, así se veía en sus fotos desfachatadamente alegre, de esos que le patea el culo a la vida y a las normas, esos son los maestros, los sabios. Hace unos días pasé por la casa que siempre tenía la ventana que daba hacía la calle cerrada, por fin estaba abierta! por fin se veía movimiento, quizá estaban recogiendo las cosas de la casa de "yo no voto yo los boto", nunca hablé con él, nunca antes lo había visto en fotografías, nunca he pertenecido a un circulo culto, ni a un circulo contestatario, sólo sé que esa fachada me llenó de melancolía, de saber que ya no estará, que ese muro que dejaba a ver los ladrillos, será vestido, será tapado, para fingir algo que no es. Y pues sí murió Ramón Méndez Estrada.