miércoles, 18 de julio de 2018

La eterna inmadurez de las fresas congeladas

Después de mi última decepción amorosa, que no llega a amorosa y entonces tampoco me puedo decepcionar de ello. Lo amoroso sólo vivía en mi mente como muchas otras cosas, que siempre han vivido sin estar en la materia, después de darme cuenta de mi patrón por llegar a un estado de enamoramiento con hombres que no tienen la misma intención conmigo,  para después desinflarse la burbuja cuando ellos consiguen una novia real. He de pasar por una autoflagelación normal pero en esta ocasión me exigí que tenía que madurar para dejar patrones.

¿Pero en cuantas cosas no había madurado ya en otras ocasiones?, muchísimas, desde dejar de hacer berrinche a mis 5 años porque quería fresas con crema congeladas a pesar de estar enferma. De a los 8 años pedirle a Dios por ganarme mi figura favorita en un caja de dulces. A los 13 años darme cuenta que un chico no se interesaría en mí si lo presionaba, a los 20 años dejar de pensar que no existen los extraterrestres, a los 22 años darme cuenta que casi todo es una jalada de pelo, de a mis 26 dejar de pensar que ser "alternativa" era cool, porque no quería ser como las demás y comenzar a aceptarme sin etiquetas. A los 30 dejó de importarme más seriamente lo que los otros pensaran de mi, a los 32 me di cuenta que el obsesionarte con cualquier tema también es inmaduro, y hoy a los 34 esta dejando de importarme hasta lo que siempre he pensado de mi misma.

¿Madurar? no es un estado al que se llega es que nunca dejas de madurar, por lo tanto eres un inmaduro toda la vida. Lo único que queda claro al madurar, es que no se trata de la madurez que te platican y pregonan: casarte, tener hijos, empleo formal y ser estable, sí, esa es parte de la jalada de pelo.
No estoy segura de lo que sea en realidad la madurez, no la idea occidental ni la oriental ni la del norte ni la del sur ni el oeste ni el este, sólo es así. Recuerdo escasamente las palabras que había leído en una novela de Gombrowicz, donde la inmadurez se vuelve secreta en esta sociedad obsesionada con la madurez, no admiten que es innata, natural y eterna, sí la inmadurez en sinónimo de niñez entonces siempre seremos unos niñatos haciendo berrinches porque queremos fresas con crema congeladas aunque en el fondo sabemos que nos hacen daño, que no es correcto. El asunto es que si siguen estando congeladas sí bien no maduraran como proceso eterno de la inmadurez, tampoco morirán serán estáticas, sin vida.


martes, 26 de julio de 2016

¿Los miserables mexicanos o mexicanos miserables?

En realidad no tenía muchas ganas de encontrarme con ella, porque lo que recordaba es que era muy negativa y utópica al mismo tiempo, creía en la revolución, en el power people, claro, no era que yo no creyera en un país mejor, pero sabía que yo no lo cambiaría. Es más ni siquiera debería escribir "power people"cuando escriba sobre ella, porque hasta en eso demostraría el imperialismo yanki, ¡ese maldito capitalismo!, que ella odia.
Unos horas antes ya me estaba arrepintiendo de haberle invitado una nieve, ¡rayos, que flojera!, unos minutos antes de verle, ya quería inventar una excusa, pero soy de las que no me gusta quedar mal, y no por lo que piensen los otros, sino porque ya tengo un deber moral, que es el compromiso.
Me llamó cuando iba en la combi, no sé quizá acostumbrada a que otros le queden mal, o sólo por si mi bondad de invitarle, había sido una falsa alarma, ¡puta! y a mi tanto que me desespera que la gente dude de mí., y más cuando no tengo ganas y voy.
La vi de lejos llegar y note que en estos casi dos años sin verla, su ya característica imagen androgina, ahora también era muy notoria en su caminar, ahora era más escuálida, y sin duda los años se le notaban en su blanca piel. Siempre he pensado que la gente blanca envejece más pronto, cansada y con un pañuelo de colores en su cuello, parecía un poco hippie, de esos hippies cansados por andar de trotamundos.
Aunque el saludo fue flojo, y lo primero que dio a notar fueron mis cambios, por los años, por mi aspecto, por mi platica, por un momento me sentí cómo una extraña conmigo misma, y es que se está tan acostumbrado a uno mismo, que a veces no se pone atención a los cambios que se perciben.
La llevé a las mejores nieves, que inmediatamente hicieron que ganara de nuevo alguna confianza, porque eran artesanales, justamente estaba apoyando al comercio local, a lo natural, que  ahora anda tanto de moda y que ella ahora más que nunca apoya.
También le había prometido tabaco "orgánico", que la verdad no sabía si era orgánico, pero ambas no lo creímos.
Como siempre el verme de su lado, me dio la confianza, a lo que yo quería, una platica sobre su revolución, y así quizá entendí que su caminado, venía a lo mejor desde que se había hecho maestra de reclusorio femenil. Qué había escalado en el movimiento magisterial, y que de ahí venían sus términos al hablar. Aunque quise dar batalla, hablándole sobre la corrupción sindical, poniendo en tela de juicio los métodos fallidos de manifestación, y el totalitarismo  con el que tratan a sus "súbditos" y la reproducción de la represión que se hacen entre ellos mismos.
Algunos de sus argumentos parecían repetidos de un manifiesto, y otros me hicieron recordar en el tipo de personas que es la mayoría de la población, que al parecer no sale de un estado infantil, y que aún tienes que castigarlos y presionarlos, para que hagan algo medianamente correcto. Pero lo que me hizo sonreír fue la pasión con la que hablaba, ¡jamás la había visto tan feliz!, esa que siempre se quejaba de su desdicha, ahora, ya la vi menos negada a la realidad, y es que las personas utópicas, la niegan, e inclinan toda la balanza a aquello que un día será maravilloso.
Come, duerme en la calle, habla por el micrófono, vive a la intemperie, todo en pos de la lucha. ¡Respira, come, y caga revolución!.
Siempre he pensado que el poder corrompe a las personas, no sé si ella no a obtenido el suficiente poder que la corrompa o es que pertenece a ese espécimen raro, en que sus valores son más fuertes, que la dinámica en la que se desenvuelve, y más fuertes que incluso su sentido de sobrevivencia.
Por un momento, me pasó por la cabeza que quizá no llegue a vieja, no sé, la gente demasiado "buena" e "idealista", a veces estorba en este mundo retorcido, y también tienden a cuidar muy poco su cuerpo. Me la imaginaba perfecta para algún personaje de los "miserables",  con un sentido ético, y de justicia del siglo XIX, dispuesta a dar su vida por la revolución francesa.  
Al final, cómo siempre mis expectativas de ese encuentro eran exageradas. Después de todo aunque sigo confirmando, que ese grado de apasionamiento por algo, me está negado. En realidad en el fondo, ambas somos optimistas, y no positivas, porque inmediatamente ella alegaría sobre el "positivismo".



lunes, 5 de octubre de 2015

Así se pasa la vida

El acurrucarse por las mañanas, cuando el frío esta afuera y sólo te quieres mantener en la pequeña cueva de las cobijas, tener el olor de café en la nariz, la tierra mojada, y el pasto recién rociado, acariciar al gato el tacto suave del pelo, el roce de la falda en las piernas recién depiladas, el agua fría pasando por la garganta cuando se tiene mucha sed, abrazar los rollos de tela, meter las manos a los sacos de frijoles, estar en carretera y tratar de tomar fotografías mentales, los atardeceres con humo de cigarro, descubrir un nuevo detalle del mundo, tararear una canción desconocida, la sensación de alivio después de reírse, el dormir profundamente después de volar, dejar el agua correr entre los dedos, las primeras cucharadas de los helados, el aire fresco que pasa por los pulmones, el identificarte con un desconocido, ver la pasión de la personas, dejar que los sonidos de la música hagan eco en la cabeza, comer lo que tanto se te ha antojado, la risa contagiosa, la lectura que da alas a la imaginación, el ir al baño después de aguantarse las ganas por mucho tiempo, sentir la lengua de otra persona dentro de tu boca, descansar los pies cuando se ha caminado mucho, observar las noches estrelledas y las inmensas lunas, darse largos baños, y despertar el gusto por las pequeñas cosas.

martes, 22 de septiembre de 2015

Jazzsexual

Sólo había murmurado "con unos amigos", cuando me preguntaron a dónde iba, sólo es que no quería dar explicaciones, ni quería contestar preguntas. En todo el día me había preparado para ese encuentro, guarde unos condones en la bolsa y salí. 
Estaba predispuesta, a que sí me sentía atraída por él, y a la señal de su provocación, iba a ser una tarde que disfrutaría, un momento para salir de la rutina, y olvidarme de las obligaciones, ese era mi cometido, sólo por el placer de seguir viva. 
Me senté en una banca, esperando, había llegado temprano, y me puse a leer, sin embargo no podía estar tranquila pensando que él llegaría y que yo no estaba poniendo atención, llegó la hora acordada, pasaron unos minutos y la intranquilidad creció, recordaba que era puntual, pero no sé, quizá aún se confunde en la ciudad. Pero si quedamos que en el jardín grande! y si quizá pensó que era otro... mejor me relajo y me fumo un cigarro, si al terminarlo el no ha llegado, me voy!. 
Se consumió el cigarro, y me levanté a dar una vuelta al jardín, vi de lejos a alguien que se le parecía de espaldas, atravesé la avenida y fui directo, pero antes de llegar vi que no era él. 
En ese momento recordé que a unos pasos de ahí, habría un evento de Jazz, me acerqué y escuche unas tonadas, entré, y la gente ya estaba acomodada. Y así la primer canción que sonaba, me puso una sonrisa, melodías tan sensuales, que desfilaban miles de imágenes sexuales en mi mente, volví a sonreír, y a llenarme de energía. El siguiente sonido era más profundo que cualquier penetración, sólo podía sentirlo en las entrañas. Cualquier provocación del saxofón y de la guitarra, era placer para los oídos, para el cerebro, para el alma. Hubo una melodía que me hizo llorar de felicidad, esto era más personal que cualquier sexo que hubiera podido tener hoy. Terminé con una fiesta en la panza, con una sonrisa, y con unos condones de regreso.
Al final había logrado más que mi cometido.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Hace dos años, trabajé en los ochentas

Es difícil averiguar que trabajo se hace en una oficina del gobierno municipal, trato de entender a que se dedican. Se puede ver en los monitores que el juego favorito de los señores es el solitario, deberían de hacer un club y mandarse invitaciones de juegos entre ellos. Las señoras debidamente uniformadas sólo pasan a saludar a sus compañeras a otros cubículos, a veces sólo se escuchan los tacones, a veces se escucha la voz de Yuri cantando: ¿que te pasa? que estas haciendo en casa... me imagino a todos bailando en una gran fila y dando vuelta por los cubículos, volteo y sólo está dando vuelta los ventiladores, haciendo volar el polvo de los 80´s igual que el de los éxitos que ahí se escuchan. Por fuera de la cafetería se oyen las risas, las bromas, mientras venden el menudo para el desayuno, ¿en una oficina? ¡es difícil de creer! será para los crudos? o será que mañana venderán birria? quizá les gustan los platillos mexicanamente populares. Otros revisan la pagina de quadratín, no se si para después tener tema de conversación, hoy pregunté de que eran las oficinas y me dijeron que eran de planeación, ¿que planean? quizá como matar el tiempo o los malditos ochentas, a puesto que a las señoras con peinado telenovelesco les costará trabajo. Encuentro una mosca muerta de alas verdes en el escritorio que me dieron, el área esta llena de computadoras inservibles, seguro eran los cubículos de los tiliches, busco entre mis cajones y sólo hay viejas copias de credenciales de lector, quizá fueron las que se traspapelaron, y encuentro una que es de los ochentas! de esas que ya no existen, ahora soy un poco cautelosa no quiero que la copia me infecte, de las tres décadas anteriores, como a la mosca, como a las señoras, como a Yuri!, espera... sólo es un par de meses.

martes, 8 de septiembre de 2015

¿Estar hablando de algo que no tiene nada que ver, o todo tiene que ver?

Me había quedado de ver con ella, una amiga, que se hizo mi amiga más por fuerza, que por ganas. Y es que mi naturaleza perra -como ahora la llamaré- es perra porque es desesperada con algunas personas, y eso me puede hacer explotar. Así ella tiene algunas características que me desesperan, como el contestar algo, que no tiene absolutamente nada que ver con lo que se habla. Suena injusto de mi parte pero es mi naturaleza perra, y con eso no puedo hacer nada, más que controlarlo, y que mejor con no verla seguido. Ese es mi lado extremo, un lado impulsivo, que mi lado racional contiene. 
Llegamos a la casa a donde nos dirigíamos, el aspecto exterior era desolado, pero entrando estaba la sala tan acogedora!, puedo decir eso pocas veces, porque comúnmente las casas extrañas, me hacen sentir incómoda. Era la casa de una pareja de amigos.
Él sacó como de costumbre la mota, era un fumador muy asiduo de marihuana, me ofreció un poco y como siempre acepté. -No recuerdo alguna vez haber dicho que no, cuando me la ofrecen en un primer momento, es más fácil rechazarla cuando siento que he fumado lo suficiente-. 
Y entonces la comodidad se hizo mayor, yo estaba más cercana a mí, en  medio de cojines suaves y delicados, y los demás en un espacio más lejano. Sí, la mayoría de las ocasiones de distorsiona mi sentido del espacio. Aunque yo suponía que estaba siguiendo la plática, no estaba segura si era verdad o es que la mota me hacía creer eso, y en realidad estaba contestando cosas que no tenían absolutamente nada que ver con lo que se estaba hablando. 
Trataba de ponerme en el lugar de mis dos amigas que no fumaban, y como ellas me percibían o como alguien diciendo algo coherente con el tema a tratar, o sólo una pacheca que estaba en su sala. 
Mi amigo, que no dejaba de fumar, me percibía como la persona que por estar en un estado parecido a él, podría entenderlo, sacó libros en francés y comenzó a leer poemas, podía entender algunas palabras, pero la mayoría no, y estaba haciendo que mi cerebro se esforzará en recordar mis clases de francés, a lo cual de manera rápida me cansó. Él también estaba hablando de un tema, que no se estaba tratando en ese momento, pero que su subconsciente que es el que se supone, que sale cuando se está en estado de pacheques, tenía la necesidad de hacerlo. 
Me preguntaba si conocía uno u otro autor, que por supuesto por mi cultura mínima de literatura, no los conocía, hasta que dejé de contestar, Él se dio por vencido, que no quería hablar del tema.  
Creo que por momentos tenía aciertos, sobre atinarle al tema que se estaba hablando, lo sé por que se reían, con algunos comentarios, ¿o es que se reían de que no podía hilar ideas?.
Poco después pude entender, que mi problema es que me habían enseñado, que si contestas algo que no tiene que ver con el tema a tratar, es porque eso significa que entonces no estas razonando bien, y para pronto eres un idiota. Pero los idiotas son felices, pero quizá esos idiotas solo tienen la necesidad de expresar otra cosa, de la cual no se está hablando, es otra manera de razonar.
Que daño me ha hecho la sociedad!, no sé si algún día mi naturaleza perra, deje de desesperarse con eso, pero quizá cuando lo haga, deje de pensar si yo estoy hablando coherentemente, en medio de cualquier pacheques. 


sábado, 5 de septiembre de 2015

Mi-tades

Mi vida es la mitad en todo, ya está descrito, destinado, y firmado.
-No soy chaparra, no soy alta
-No soy flaca, no soy gorda
-No soy blanca, no soy negra
-Tengo un IQ por encima del promedio, pero no tengo el de un genio
-Mi astigmatismo no es el mínimo, pero tampoco es notable
-No soy atea, pero no soy religiosa
-No soy de derecha, pero tampoco completamente de izquierda
-No tengo una excelente ortografía, pero tampoco es pésima
-No soy totalmente racional, no soy totalmente emocional
-No soy una libertina, pero no soy una moralista
-No soy ni muy muy, ni tan tan

Mi identidad no puede estar en ningún extremo, no tomo ninguna ideología, postura, creencia o actitud extremista. Ya estaba destinada que debía estar a la mitad de la vida, a la mitad de diversos conceptos humanos. Vivo en el limbo de las cosas, porque tengo la seguridad que cualquier extremo puede cegar.
Soy una mitad completa, no soy una mitad, más que otra.
A la descripción que se da de vivir a mitades, se cree que no es vivir, pero es vivir dos veces. Es vivir con doble propósito, y con dobles sensaciones.
No sé en que mitad estaré, no sé en que mitad estoy, a veces percibo algún extremo, pero no me acerco, los cuestionamientos no me abandonan. El temor que tiene la supervivencia, me salva de la ceguera que pueden producir los extremos.
Tal vez simplemente es que no quiero la seguridad y el confort que da una postura u otra. Porque si no tendría que dejar de buscar, ¿donde quedaría la emoción de desafiar, lo que se piensa, lo que se quiere?, si ya todo estaría definido. Vida lineal, vida sin opciones.